1. La Espina, de Jaume Castellà
Plata en su color y sobredorada
Reliquias de la Espina (Siglo XIII),
de la Vera Cruz y de Tierra Santa (Siglo XV)
El relicario perteneció al caballero Jaume Castellà, quien sirvió como camarero de la Reina Violant en 1394, esposa de Juan I, y que agradecida por los servicios le dio el Lignum Crucis. La santa Espina y las varias reliquias fueron con anterioridad de otra reina, en este caso Leonor de Castilla, mujer de Pedro IV, en el siglo XIV.
La peana es una restitución posterior a la Guerra de la Independencia. La caja rectangular superior inscribe en sus laterales, las reliquias que guarda en su interior. La tercera, es la que guarda dentro de la forma de pera, la Vera Cruz, custodiada por unos serafines en las asas, añadidos posteriormente a la donación a la Catedral en 1422. En la superior, una “almendra” de oro, vidrio y piedras preciosas con la santa Espina. Se sostiene por unos pequeños atlantes barbados que arrancan como volutas.