Descripción

En el siglo XVII y parte del XVIII, se impone el estilo barroco, que se define principalmente por oposición al Renacimiento.

Frente a la visión lineal renacentista, la visión barroca es pictórica; frente a la composición en planos, la basada en la profundidad; frente a la forma cerrada, la abierta; frente a la unidad compositiva basada en la armonía, la subordinación a un motivo principal; frente a la claridad absoluta del objeto, la claridad relativa y el claroscuro del efecto. La arquitectura y la escultura parecen agitarse con una animación exaltada.

Como expresión religiosa, el estilo barroco proclama la gloria de Dios en los santos y en las representaciones de las verdades de la fe. Muestras de esta corriente artística son las imágenes de la Virgen de la Esperanza, que entona su himno de alabanza (“Engrandece mi alma al Señor”), cuando lleva en su seno al Sol de Justicia, Jesús, y también la talla representando al apóstol y evangelista san Mateo.

Habremos visto una muestra espléndida del barroco en la capilla de san Pedro, con sus recargadas molduras y las pinturas al fresco de Palomino, y lo confirmaremos en la decoración de la capilla mayor o presbiterio de la catedral.