Colección textil histórica de la Catedral de Valencia
Una rica selección de casullas, corporales y dalmáticas, entre otros.
El patrimonio textil, siempre ha sido un objeto secundario de estudio dentro de la historia del arte. Las artes aplicadas, empezaron a tomar valor con los estudios de platería u orfebrería, al igual que los muebles. Un caso diferente sucede con la indumentaria religiosa, como son los ornamentos litúrgicos, y que todavía hoy están por realizar estudios exhaustivos sobre la materia. Debemos de saber que este tipo de piezas textiles son las utilizadas en las distintas celebraciones litúrgicas, especialmente en la eucaristía.
La Catedral de Valencia ha apostado por el análisis y conservación de las piezas de la colección histórica textil de los ornamentos litúrgicos e imágenes de vestir y cuya datación va desde inicios del S.XIX hasta los años 60 del siglo pasado. Junto a esta primera fase de catalogación de las piezas, dado a que los ornamentos de uso actuales no se han inventariado, se ha llevado a cabo un proyecto de conservación de la colección y museológico en el nuevo museo catedralicio. Entre las piezas inventariadas se encuentran: juegos de casullas, dalmáticas, corporales, mantos de la Virgen de agosto, capas pluviales, y otras piezas como relicarios textiles.
Una de las salas, donde en visitante queda maravillado por el contenido artístico que ahí se halla, es la Sala del Tesoro, ubicada en la segunda planta del museo catedralicio. En ella se encuentran las piezas de orfebrería y otros objetos que se custodiaban en el tesoro de la Catedral de Valencia. En esta sala, encontramos en un marco museográfico notable, las dos piezas de indumentaria litúrgica expuestas en la exposición permanente. Se trata de dos casullas colocadas en sus respectivas vitrinas. En una de ellas se han expuesto dos piezas como la mitra del cardenal D. Agustín García Gascó-Vicent y un niño de Praga con vestiduras textiles.
Las casullas que se exponen, nos muestran una destreza técnica con el uso de los telares Jacquard del siglo XIX, que son capaces de realizar brocados, brocateles, rasos de seda y tissú de plata como es el caso de la casulla modernista con gran colorido en sus motivos decorativos con el uso de distintos hilos de seda. La otra pieza, en este caso una casulla en tafetán de seda de color rosa con apliques en plata, complementa la Sala del Tesoro, pues junto con los demás objetos de orfebrería enmarca un espacio único dentro del museo.
Hemos podido comprobar, que los ornamentos litúrgicos, poseen tan riqueza decorativa y destreza técnica que deben de ser custodiados y exhibidos para el patrimonio histórico-artístico de la sociedad. No debemos de quedarnos en que tan solo son objetos de uso litúrgico, y como tal, no se deben de exponer, pues muchos de ellos son auténticas obras de arte con su espectacular cromatismo y que pueden equipararse a un tapiz o un lienzo.
Texto de Juan Manuel Martínez Galera.