Meditación de la Virgen
La obra del trimestre junio-agosto 2016 ha sido recientemente restaurada por el Taller de la Catedral de Valencia.
La primera de las piezas con la que abrimos la serie de obras del trimestre del nuevo Museo Catedral de Valencia es la “Meditación de la Virgen María”, magnífica obra de arte sacro perteneciente a la escuela valenciana del siglo XVIII y que ha sido recientemente restaurada por el Taller de la Catedral de Valencia. María contempla a su hijo mientras piensa y medita sobre el futuro de Jesús. El pequeño duerme plácidamente, totalmente ajeno a la realidad de su porvenir. La clave la tenemos en la pequeña cruz que sujeta el niño, la cruz o bandera de la Resurrección.
El conjunto representa a Jesús niño durmiendo plácidamente en los brazos de su madre mientras dos ángeles contemplan la escena. El niño sujeta en su mano la bandera de la Resurrección, preludio de su fatal destino, esto es, el camino del Calvario que habrá de recorrer antes de su Salvación. María medita sobre este porvenir mientras se sujeta la cabeza con su mano izquierda. La pequeña cruz que vemos en la mano del pequeño es la bandera que veremos representada en la mayoría de las obras de la resurrección de Cristo. Jesús apenas resucitado y triunfante sobre la muerte se alza sobre el sepulcro sujetando la bandera de la resurrección que lleva una cruz roja símbolo de su muerte.
Esta escena tan intimista ya la vemos representada en el siglo anterior en la escuela italiana. Sin embargo en España, con el cambio de siglo y la creación de las Academias de Bellas Artes que dictarán las nuevas directrices a seguir, crecerá el gusto por nuevos géneros y junto a los tradicionales cuadros de temática religiosa veremos aparecer los bodegones, los paisajes y los temas mitológicos. En Valencia esta variación aún será poco perceptible y en lo que respecta al género religioso pintores como José Vergara, José Camarón o Mariano Salvador Maella cultivarán este género abundantemente con la representación de La Inmaculada, La Sagrada Familia o La Virgen de la Leche pero adoptando un aire más sensible y una paleta más colorista, y el claroscuro de épocas anteriores tenderá a desaparecer.
Los angelitos que vemos sobre la escena principal son en realidad niños alados o putti, figuras muy utilizadas a lo largo del Renacimiento, el Barroco y el Manierismo español e italiano. Se caracterizaron por ser niños rollizos y divertidos que solían aparecer en obras de temática religiosa o mitológica. En este caso en concreto su función es la de querubines, es decir, protegen la Gloria Divina, y en la jerarquía celestial tienen un grado inferior al de los serafines. En el siglo XVII y hacia adelante una de las maneras más comunes de retratarlos es con sólo la cabeza y las alas.
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